37. Se conoce la calidad de los espíritus por su lenguaje. El de los
verdaderamente buenos y superiores es siempre digno, noble, lógico y exento de
contradicción; respira sabiduría, benevolencia, modestia y la más pura moral, es conciso y
no tiene palabras inútiles. En los espíritus inferiores, ignorantes u orgullosos, la vaciedad
de las ideas está casi siempre compensada por la abundancia de palabras. Todo
pensamiento evidentemente falso, toda máxima contraria a la sana moral, todo consejo
ridículo, toda expresión grosera, trivial o simplemente frívola, toda señal, en fin, de
malevolencia, de presunción o de arrogancia, son signos incontestables de la inferioridad
del Espíritu.