81. Los médiums que desde el punto de vista moral dejan más que desear
reciben a veces muy buenas comunicaciones que sólo pueden venir de espíritus buenos,
de lo cual algunos se maravillan sin razón, porque a menudo son de interés para el
médium y para darle sabias advertencias. Si no las aprovecha, aumenta su culpabilidad,
porque escribe su condenación. Dios, cuya bondad es infinita, no puede negar asistencia
a los que más necesitan de ella. El virtuoso misionero que va a moralizar a los criminales
hace lo mismo que los buenos espíritus con los médiums imperfectos.
Por otra parte, los buenos espíritus, queriendo dar una enseñanza útil a todo el
mundo, se sirven del instrumento que les viene a mano; pero le abandonan cuando
encuentran otro que les es más simpático y que aprovecha sus lecciones. Retirándose los
buenos espíritus, los inferiores, poco cuidadosos de las cualidades morales, que les
molestan, tienen entonces libre el campo.
De aquí resulta que los médiums imperfectos moralmente, y que no se
enmiendan, son tarde o temprano, presa de malos espíritus, que a menudo los conducen
a su ruina y a las mayores desgracias incluso en este mundo. En cuanto a su facultad, de
bella que era y que hubiera continuado siendo, se pervierte al principio por el abandono
de los buenos espíritus y concluye por extinguirse.