21. Idea bastante generalizada entre las personas que no conocen el
Espiritismo
es la de creer que los espíritus, por el mero hecho de estar despojados
de la materia,
deben saberlo todo y poseer la suprema sabiduría. Este es un grave
error.
No siendo los espíritus más que las almas de los hombres, éstas no
adquieren la
perfección por desprenderse de su envoltura terrestre. Sólo con el
tiempo se realiza el
progreso de los espíritus, y sólo desprendiéndose sucesivamente de sus
imperfecciones adquieren los conocimientos que les faltan. Tan ilógico
sería admitir que el espíritu de un
salvaje o criminal se convierta de repente en sabio y virtuoso, como
contrario a la justicia
de Dios el creer que permanecerá perpetuamente en su inferioridad.
De la misma manera que existen hombres de distintos grados de saber y de
ignorancia, de bondad y de perversidad, también hay espíritus. Los hay
que se contentan
con ser ligeros o traviesos, otros mentirosos, engañadores, hipócritas,
perversos,
vengativos; mientras otros, por el contrario, poseen las virtudes más
sublimes y un grado
de saber desconocido en la Tierra. Esta diversidad de calidad de los
espíritus es uno de los
puntos más dignos de consideración; porque explica la buena o mala
naturaleza de las
comunicaciones recibidas. En establecer esta distinción debemos
especialmente
empeñarnos. El Libro de los espíritus, núm. 100, “Escala espiritista”;
El Libro de los
Médiums, cap. 24.)