Espiritismo y Espiritualismo
Empezaré
por preguntarle: ¿Qué necesidad había de crear las nuevas palabras
espiritista y Espiritismo, para reemplazar las de espiritualismo y
espiritualista, que
pertenecen al lenguaje común y son comprendidas por todo el mundo? He
oído a
muchos tratar de barbarismos a las nuevas palabras.
A. K. –La palabra espiritualista tiene, desde hace mucho tiempo, una
acepción
bien determinada. Esta es la que nos da la Academia: “Aquél o aquélla
cuya doctrina es
opuesta al materialismo.”2 Todas las religiones están necesariamente
fundadas en el
espiritualismo. Cualquiera que crea que hay en nosotros algo más que
materia, es
espiritualista, lo que no implica la creencia en los espíritus y en sus
manifestaciones.
¿Cómo le distinguiría, pues, del que cree en esto último? Sería preciso
emplear una
perífrasis, y decir: es un espiritualista que cree en los espíritus. Las
cosas nuevas requieren
nuevas palabras, si quieren evitarse equívocos. Si hubiese dado a mi
Revista la calificación
de espiritualista, no hubiese especificado su objeto, porque sin el
título, hubiera podido
no decir una palabra de los espíritus y hasta combatirlos. Leí hace
algún tiempo en un
periódico, a propósito de una obra de filosofía, un artículo en que se
decía que el autor lo
había escrito bajo el punto de vista espiritualista, y los partidarios
de los espíritus se
hubieran llevado un solemne chasco si, en fe de aquella indicación,
hubieran creído
hallar en él la menor concordancia con sus ideas. Si he adoptado, pues,
las palabras
espiritista y Espiritismo, es porque expresan sin anfibología las ideas
relativas a los
espíritus. Todo espirita es necesariamente espiritualista, pero falta
mucho para que todos
los espiritualistas sean espiritistas. Aunque el Espiritismo fuese una
quimera, sería
también útil tener términos especiales para lo que le concierne, porque
las palabras son
necesarias, tanto a las ideas falsas como a las verdaderas.
Estas palabras, por otra parte, no son más bárbaras que todas las que
crean
diariamente las ciencias, las artes y la industria, y seguramente no lo
son las que imaginó
Gall para su nomenclatura de las facultades, tales como secretividad,
amatividad, etc.
Hay personas que por espíritu de contradicción critican todo lo que no
procede
de ellas, y se hacen contumaces en la oposición. Los que se paran en tan
miserables
pequeñeces sólo prueban la estrechez de sus ideas. Fijarse en semejantes
bagatelas es
probar que se anda corto de buenas razones.
Espiritualismo y espiritualista son palabras inglesas empleadas en los
Estados
Unidos desde que empezaron las manifestaciones, y de ellas nos hemos
servido por algún tiempo en Francia; pero desde que aparecieron las de
Espiritismo y espiritista se
comprendió de tal modo su utilidad, que fueron aceptadas inmediatamente
por el
público. Su uso está hoy tan consagrado, que los mismos adversarios, los
primeros que las
calificaron de barbarismos, no emplean otras. Los sermones y circulares
que se fulminan
contra el Espiritismo y los espiritistas no hubieran podido anatematizar
el espiritualismo y
a los espiritualistas sin engendrar confusión en las ideas.
Bárbaras o no, esas palabras han pasado ya a la lengua usual, y a todas
las de
Europa, y son las empleadas en las publicaciones hechas en todos los
países, favorables o
desfavorables al Espiritismo. Han formado la base de la columna de la
nomenclatura de la
nueva ciencia. Para expresar sus fenómenos especiales, necesitaba
términos especiales, y el
Espiritismo tiene hoy su nomenclatura, como la química la suya. 3
Las palabras espiritualismo y espiritualista, aplicadas a las
manifestaciones de los
espíritus, sólo se emplean hoy por los adeptos de la escuela llamada
americana.
2. Nuestra academia dice que es espiritualista el que trata de los
espíritus, o tiene alguna opinión particular sobre ellos.
El vulgo, sin embargo, opina lo mismo que la Academia francesa,
desechando la de la española. (N. del T.)
3. Estas palabras gozan hoy, por otra parte, del derecho de ciudadanía,
están incluidas en el suplemento del Petit
Dictionnaire des Dictionnaires, extractado de Napoleón Landais, de cuya
obra se tiran a miles los ejemplares. En él se encuentra la
definición y la etimología de las palabras:, “erraticidad”,
“medianímico”, “médium”, “mediumnidad”, “periespíritu”,
“Pneumatografía”, “Pneumatofonía”, “psicógrafo”, “psicografía”,
“psicofonía”, “reencarnación” “sematología”, “espírita”,
“Espiritismo”, “exteriorito”, “tiptología,. E igualmente se encuentran
con todas las explicaciones de que son susceptibles en la nueva
edición del Dictionnaire Universal de Mauricio Lachàtre.