Observaciones preliminares
1. Es erróneo creer que basta, a ciertos incrédulos, ver fenómenos
extraordinarios para convencerse. Los que no admiten la existencia del alma o del
Espíritu en el hombre, no pueden admitirla fuera de él, y negando la causa, niegan por
consiguiente el efecto. Teniendo, pues, casi siempre, ideas preconcebidas y adaptando la
actitud de negar, lo cual las separa de una observación seria e imparcial, hacen preguntas
y objeciones a las que es imposible contestar completamente en el primer momento,
porque sería preciso seguir, con cada persona, un curso y tomar las cosas desde su
principio. El estudio anticipado da, como consecuencia, respuesta a las objeciones, cuya
mayor parte están fundadas en la ignorancia de la causa de los fenómenos y de las
condiciones en que se producen.
2. Los que no conocen el Espiritismo piensan que los fenómenos espiritistas se
producen como los experimentos de física y química. De aquí la pretensión de someterlos
a su voluntad y la repugnancia a colocarse en las condiciones necesarias a la observación.
No admitiendo, en principio, la intervención de los espíritus o no conociendo por lo
menos ni su naturaleza ni su manera de obrar, producen como si operaran en la materia
bruta, y porque no obtienen lo que desean, concluyen que no existen los espíritus.
Colocándonos en otro punto de vista, comprenderemos que siendo los espíritus
las almas de los hombres, después de nuestra muerte seremos también espíritus, y que
estaremos poco dispuestos a servir de juguete para satisfacer los caprichos de los curiosos.
3. Aunque ciertos fenómenos pueden ser provocados, puesto que provienen de
inteligencias libres, nunca están a la absoluta disposición de nadie, y cualquiera que se
jactase de obtenerlos a su antojo probaría a su ignorancia o su mala fe. Es preciso
esperarlos, recibirlos al paso, y a menudo sucede que, cuando menos los esperamos, se
presentan los hechos más interesantes y concluyentes. El que quiere instruirse seriamente
debe, pues, armarse, en esto como en todo, de paciencia, de perseverancia y hacer cuanto
sea necesario, pues de otro modo más vale no ocuparse de ello.
4. Las reuniones que se ocupan en manifestaciones espiritistas no están siempre
en buenas disposiciones para obtener resultados satisfactorios, producir la convicción: hay
algunas, preciso es decirlo, de las que salen los incrédulos menos convencidos que no
entraron, objetando entonces a los que les hablan del carácter grave del Espiritismo, con
el relato de los acontecimientos, frecuentemente ridículos, de que han sido testigos. Éstos
no son más lógicos que aquel que juzgase de un arte por los diseños de un principiante,
de una persona por su caricatura o de una tragedia por su parodia. El Espiritismo tiene
también sus aprendices, y el que quiera instruirse que no beba las enseñanzas de una sola
fuente, ya que sólo por el examen y la comparación puede dictaminarse un juicio.
5. Las reuniones frívolas tienen un grave inconveniente para los nocivos que a
ellas asisten, y éste es el de darles una falsa idea del carácter del Espiritismo. Los que han
asistido a reuniones de esta clase no saben tomar en serio una cosa que ven tratar con
ligereza por los mismos que se llaman adeptos. El estudio anticipado les enseña a juzgar la
trascendencia de lo que ven, y a saber distinguir lo bueno de lo malo.
6. El mismo razonamiento es aplicable a los que juzgan al Espiritismo por ciertas
obras excéntricas que sólo pueden dar una idea incompleta y ridícula. Tan responsable es
el Espiritismo grave de las faltas de los que lo comprenden mal o lo practican
erróneamente, como la poesía de los malos poetas. Es sensible, dicen, que dichas obras
existan, porque son nocivas a la verdadera ciencia. Indudablemente sería preferible que
sólo las hubiese buenas, pero la mayor parte de la culpa recae sobre los que no se ocupan
de analizarlo todo. También todas las artes, todas las ciencias, se encuentran en el mismo
caso. ¿No se ha escrito acerca de las cuestiones más serias tratados absurdos y plagados de
errores? ¿Por qué habría de ser el Espiritismo el privilegio, sobre todo en su principio? Si
los que lo critican no lo juzgaran por las apariencias, conocerían lo que él rechaza, y no le
achararían lo que él repudia en nombre de la razón y de la experiencia.