¿No sería beneficioso que los espiritas tuviesen un distintivo o una seña cualquiera que los identificara donde se encontraren?
Los espíritas no constituyen ni una sociedad secreta, ni una organización sectaria. Ellos no deben tener, pues, ningún distintivo o señal para identificarse mutuamente. Como nada, enseñan y nada practican que no pueda ser conocido por todas las gentes, no tienen, por consecuencia, nada que ocultar. Un distintivo o una señal podría ser, además, usado por falsos hermanos, y el resultado de ello es fácil de imaginar.
Vosotros tenéis una seña que es comprendida de un extremo al otro del mundo: la de la caridad. Esta palabra es fácil de ser pronunciada y ella puede estar en la boca de todos, pero no por ello la auténtica caridad podrá ser falsificada. Siempre reconoceréis a un hermano en la práctica de esta sublime virtud, aun cuando él no se diga espírita, y a él debéis extenderle la mano aunque no comparta vuestra creencia, puesto que por ello no dejará de ser para con vosotros benevolente y tolerante.
Una señal de reconocimiento es hoy, por lo demás, completamente inútil, dado que el Espiritismo ya no se oculta. Para aquellos que no tienen el coraje de afirmar su opinión, igualmente sería inútil, puesto que de ella no se servirían. En cuanto a los demás, ellos se hacen reconocer hablando con voz clara, buen tono y sin ningún temor.