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EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo > PRIMERA PARTE > CAPÍTULO IX - Los demonios > Los demonios según la iglesia > 13
13. Veamos, ahora, cuál es su suerte y lo que hacen.
“Apenas hubo estallado su rebelión, en el lenguaje de los espíritus, esto es, en sus pensamientos, fueron desterrados, irrevocablemente, de la ciudad celeste y precipitando en el abismo.
“Por estas palabras entendemos que fueron relegados a un lugar de suplicios, donde sufren la pena del fuego, conforme a este texto del Evangelio, que ha salido de la misma boca del Salvador: «Id, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado por el demonio y por sus ángeles.»
“San Pedro dice expresamente: «Que Dios les ha entregado a las cadenas y a las torturas del infierno, pero no todos quedan allí perpetuamente. Esto no sucederá sino en el fin del mundo, cuando serán encerrados en él con los réprobos. Ahora, Dios permite que ocupen todavía un lugar en la Creación a la cual pertenecen.» En el orden de los hechos, al cual está su existencia. En las relaciones, en fin, que debían tener con el hombre, y de las cuales hacen el más pernicioso abuso. Mientras los unos están en su morada tenebrosa, y sirven en ésta de instrumentos a la justicia divina, contra las almas desgraciadas que han seducido, multitud de ellos, formando legiones invisibles, bajo la dirección de sus jefes, residen en las capas inferiores de nuestra atmósfera y recorren todas las partes del globo. Están mezclados en todo lo que pasa en la Tierra y toman con suma frecuencia una parte muy activa en ello.”
En lo que concierne a las palabras de Cristo, sobre el suplicio del fuego eterno, ha sido tratada esta cuestión en el Cáp. IV, “El Infierno”.
“Apenas hubo estallado su rebelión, en el lenguaje de los espíritus, esto es, en sus pensamientos, fueron desterrados, irrevocablemente, de la ciudad celeste y precipitando en el abismo.
“Por estas palabras entendemos que fueron relegados a un lugar de suplicios, donde sufren la pena del fuego, conforme a este texto del Evangelio, que ha salido de la misma boca del Salvador: «Id, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado por el demonio y por sus ángeles.»
“San Pedro dice expresamente: «Que Dios les ha entregado a las cadenas y a las torturas del infierno, pero no todos quedan allí perpetuamente. Esto no sucederá sino en el fin del mundo, cuando serán encerrados en él con los réprobos. Ahora, Dios permite que ocupen todavía un lugar en la Creación a la cual pertenecen.» En el orden de los hechos, al cual está su existencia. En las relaciones, en fin, que debían tener con el hombre, y de las cuales hacen el más pernicioso abuso. Mientras los unos están en su morada tenebrosa, y sirven en ésta de instrumentos a la justicia divina, contra las almas desgraciadas que han seducido, multitud de ellos, formando legiones invisibles, bajo la dirección de sus jefes, residen en las capas inferiores de nuestra atmósfera y recorren todas las partes del globo. Están mezclados en todo lo que pasa en la Tierra y toman con suma frecuencia una parte muy activa en ello.”
En lo que concierne a las palabras de Cristo, sobre el suplicio del fuego eterno, ha sido tratada esta cuestión en el Cáp. IV, “El Infierno”.